viernes, 24 de febrero de 2012

Matrimonio homosexual y salud mental


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Dra. Julia López S.
8991-9741 / cpi-consultas@psicoalajuela.com




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 La relación entre un buen estado de salud mental y la aceptación legar del unión gay ha intrigado a los investigadores. Tal es el caso de la Dra. Pamela J. Lannutti (2011), quien afirma que las personas LGBT que han logrado un reconocimiento ante la ley de su relación como parejas casadas presentan una mayor sensación de seguridad en sí mismas y un mayor sentido de reconocimiento. Muchas investigaciones previas que se han dedicado a examinar los cometidos de relaciones entre personas del mismo sexo sugieren numerosas similitudes con las relaciones heterosexuales (Lannutti, 2007). Así, por ejemplo, se han encontrado similitudes en el ámbito de los celos, atracciones y restricciones de compromiso, y comportamientos para mantener la relación. No obstante, también existen diferencias significativas a observar, así por ejemplo una marcada estigmatización hacia las parejas del mismo sexo, y una falta de institucionalización matrimonial, ambas estas, obviamente, con las que ningún unión heterosexual debe lidiar (Patterson, Ciabattari & Schwartz, 1999).


La forma en que influencia un reconocimiento legal del unión entre personas del mismo sexo desde el punto de vista de las personas LGBT es considerable. Primero que nada hay un impacto en la forma de ver y comprender la relación romántica, haciendo que las relaciones existentes se perciban como más reales y concretas, y que impulsa al mismo tiempo el deseo de conseguir un compañer@ más auténtico y apegado a las condiciones actuales (Lannutti, 2007).


El unión gay tiene implicaciones positivas en los gastos médicos y de salud mental
En Julio de 2011, la American Journal of Public Health publicó un estudio en el que dio a conocer cuáles han sido los efectos que tienen las leyes de unión gay en el uso y gastos de la atención médica. El estudio, dirigido por Mark L. Hatzenbuehler y cols. (2011), empleó un método cuasi-experimental en el análisis de datos de 1.211 pacientes masculinos homosexuales y bisexuales de un centro comunitario de salud en Massachusetts, EEUU.

Los resultados mostraron que 12 meses después de la legalización de unións del mismo sexo en ese estado (aprobación realizada el 18 de nov. de 2003), los pacientes presentaron una disminución estadísticamente significativa con una reducción del 13% en las visitas de atención médica y atención de salud mental, y un 14% en los costos del cuidado en salud mental (más de $340.00 promedio por paciente), en comparación a los 12 meses antes del cambio de ley.


La reducción en los costos y búsqueda de atención profesional para trastornos de hipertensión, depresión y problemas de ajuste disminuyó no sólo en las parejas beneficiadas por la nueva ley sino también en aquellos individuos que incluso no contaban con una pareja. "El grupo de lesbianas —dijo Hatzenbuehler— no fue incluido en el estudio debido a que la muestra de participantes no era lo suficientemente grande."


Aunque el estudio de los efectos psicológicos que conlleva el reconocimiento legal de parejas del mismo sexo ha recibido considerable atención en los últimos años, sabemos muy poco todavía sobre los efectos que conlleva este reconocimiento legal y social en la comunidad mundial LGBT. Por este motivo nos vemos en la necesidad de recopilar más información y llevar a cabo más investigaciones relacionadas. No obstante, es válido —según lo analizado hasta ahora— llegar ya a una simple y llana conclusión: el reconocimiento legal-social del unión LGBT conlleva en términos generales a un estado psicológico significativamente más estable y duradero entre las parejas, e incluso, en aquellas personas que no cuentan con una.



*Fuente: PsicoAsesoria



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miércoles, 15 de febrero de 2012

Orientación Sexual

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Un ejemplo de lo que comento lo leí en el blog de Eduard Punset, reconocido filósofo y periodista Catalán, conductor del programa Redes. Esta persona que no mencionaba nombre, sexo ni edad, solicitaba ayuda para resolver su problema de homosexualidad, de la siguiente manera (lo cito textualmente):

“Hará unos meses, me he dado cuenta que no estoy a gusto con mi sexualidad, y que me gustaría dejar de ser homosexual. Esa idea me está ilusionando cada vez más, hasta el punto de que es lo único que me motiva. Busqué ayuda en Internet, sobre mi caso, pero no suelo estar de acuerdo, ya que soy ateo, y muchas de las ayudas vienen con la imposición de seguir un camino divino. No quiero ese camino, y tampoco quiero empezar una terapia que critique la homosexualidad, no lo considero una enfermedad, ni nada que deba solucionarse. Simplemente, me gustaría ser heterosexual. Pediría ayuda en esta cuestión, y si me podrían recomendar algún libro, o alguna Web que pueda ayudarme. Gracias"

Llama la atención que, a pesar que esta persona reconoce explícitamente que la homosexualidad no es una enfermedad, ni nada que daba solucionarse, pida ayuda para dejar de ser homosexual porque su mayor motivación es la de convertirse en heterosexual.

Desde mi punto de vista como terapeuta – y sin contar con toda la información necesaria para dar una opinión más precisa – esta persona vive un conflicto interno entre aceptar quien es en realidad y estar dentro de la norma, del status quo, hacer lo correcto, lo que exige nuestra sociedad: ser heterosexual, tener una pareja del sexo opuesto, casarse y formar una familia. Aunque para hacer esto tenga que negar, reprimir u ocultar quien es en realidad, con la esperanza de que haciendo esto no tendrá que enfrentarse al rechazo social, aunque el precio sea el tener que traicionarse negándose a sí mismo.

Algo parecido sería que dijera que está feliz con medir 1:70, tener pelo negro y piel morena, nariz gruesa y, aún reconociendo que eso no es una enfermedad ni algo que deba solucionar tuviera la ilusión de medir 1:90, ser rubio, de tez blanca, nariz recta y pidiera ayuda para alcanzar su motivación. Seguramente esto sería mucho más sencillo – y factible – que cambiar su orientación sexual.

La respuesta que éste joven recibió, por parte de una de las especialistas, colaboradoras en el blog de Punset, fue la siguiente:

“Estudios científicos han demostrado que no existe evidencia de que la homosexualidad pueda ser considerada una patología (enfermedad), por ende, no puede curarse ni existen recetas para cambiar de orientación sexual."

Según la Asociación Americana de Psicología (APA), la orientación sexual es una atracción emocional, romántica, sexual o afectiva duradera hacia otros. Se distingue fácilmente de otros componentes de la sexualidad que incluyen sexo biológico, identidad sexual (el sentido psicológico de ser hombre o mujer) y el rol social del sexo (respeto de las normas culturales de conducta femenina y masculina). La mayoría de los científicos en la actualidad acuerdan que la orientación sexual es probablemente el resultado de una interacción compleja de factores biológicos, cognitivos (de pensamiento) y del entorno, que surge a principios de la adolescencia sin ninguna experiencia sexual previa.

Si bien podemos elegir actuar de acuerdo con nuestros sentimientos, los psicólogos no consideran la orientación sexual una elección consciente que pueda cambiarse voluntariamente.

De esta forma, queda completamente claro (para quien quiera verlo y entenderlo) que la homosexualidad no es una enfermedad y esto está demostrado científicamente desde hace más de cuatro décadas, y al no ser una enfermedad, no es algo para lo que exista ningún tratamiento como pedía el consultante, ni manera de “curarla”.

La especialista del blog advierte al su consultante que: “Muchas terapias denominadas de conversión, de homosexual a heterosexual, provienen de organizaciones con una perspectiva ideológica que condena la homosexualidad. La Asociación Americana de Psicología está preocupada por dichas terapias y el posible daño a los pacientes”.

El Consejo de Representantes de la APA promulgó desde hace casi 15 años (en 1997) una resolución que reafirma la oposición de la Psicología a la homofobia (el rechazo a la homosexualidad) en el tratamiento y el derecho de cualquier paciente a la autodeterminación y acontar con un tratamiento psicoterapéutico imparcial.

Toda persona que acuda al consultorio de un psicoterapeuta, psicólogo o psiquiatra, en búsqueda de apoyo para asumir su orientación sexual, debe contar con el respeto absoluto del profesional, quien debe tener una actitud neutral, sin prejuicios sociales. Si el profesional no es capaz de ofrecer dicho respeto de manera auténtica, es su deber expresarlo abiertamente para que el consultante pueda buscar a otra persona que sí pueda ofrecerle el respeto que se merece.

De acuerdo a Marina Castañeda, investigadora mexicana especialista en este tema, es conveniente que un homosexual (o alguien que está en el proceso de descubrir su orientación) encuentre a un terapeuta con la misma orientación para sentirse más comprendido y apoyado, o bien, con alguien que demuestre absoluta aceptación y respeto por la orientación de las personas cualquiera que esta sea, aún siendo el terapeuta de una orientación distinta.

Un profesional que no intente influir para que la persona “resuelva su problema”, pues la homosexualidad es algo tan natural como la heterosexualidad y por lo tanto, el problema no es ser homosexual, el trabajo que debe realizar el terapeuta es ayudarle a la persona a aceptarse a sí misma sea gay, bisexual, transexual o heterosexual.




Si necesitas de apoyo en cuanto a terapias afirmativas, de pareja o familia estamos para ayudarte


Citas: 8991-9741 / 2460-4457 / cpi-consultas@psicoalajuela.com




















martes, 7 de febrero de 2012

Terapia de pareja gay ¿Cuando asistir?



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En nuestra práctica clínica constatamos un importante aumento de demanda de ayuda psicológica para resolver los conflictos que pueden presentarse en las relaciones de pareja, conflictos que pueden llevar tiempo instaurados en la relación y que van generando un alto nivel de insatisfacción, malestar, frustración, enfado, llegando a afectar psicológicamente, presentando en muchos casos cuadros de ansiedad, estrés, depresión…que interfieren de manera significativa en la vida cotidiana de las personas.


El hecho de que vaya en aumento el porcentaje de personas que solicitan asesoramiento psicológico por estos problemas se puede deber a los siguientes factores:


• Se dispone de más información sobre la existencia de Terapia Psicológica que puede ser de ayuda en las situaciones de crisis en la pareja de personas del mismo sexo.


• Las personas que han realizado procesos de terapia para abordar estos problemas dan información a personas de su entorno sobre su experiencia, aconsejando en muchos casos que busquen ayuda.


• El deseo o la “necesidad” de intentar conseguir una estabilidad afectiva y satisfacción en la relación de pareja por la importancia que esto tiene tanto en el ámbito personal-familiar como en el ámbito social-laboral.


• La incapacidad de la pareja para resolver los conflictos que se van presentando e ir comprobando que el paso del tiempo empeora la situación, aumentando el nivel de desgaste y malestar.


• Intentar evitar el llegar a la separación por todas las consecuencias negativas que esto puede tener.



La terapia de pareja no es la magia para resolver todos los conflictos que pueden presentarse en las relaciones, además, el hecho de iniciar un proceso de terapia no implica necesariamente la continuidad de la relación, pero es un recurso que se puede utilizar para ayudar a la pareja a identificar e intentar resolver los conflictos, salir de la crisis en la que se encuentran cuando acuden a consulta, valorar el nivel de motivación para seguir en la relación, por destacar algunos de los objetivos que se pueden trabajar en los procesos de terapia de pareja. Es por tanto un recurso que está siendo de utilidad para muchas personas que en la actualidad tienen problemas en sus relaciones.


El proceso de tomar la decisión de asistir a terapia no es fácil ni rápido, de hecho muchas personas que acuden al psicólogo comentan que aunque desde hace tiempo tienen la idea de venir, van retrasando esa decisión. En algunos casos por esperar e intentar resolver ellos mismos el conflicto, con la expectativa de que “el paso del tiempo puede cambiar las cosas…” expectativa que no se cumple provocando un mayor nivel de insatisfacción, frustración y enfado por la no resolución de los conflictos. En otros, por no saber dónde acudir principalmente tratándose de relaciones homosexuales.


El motivo fundamental que lleva a las parejas a solicitar ayuda de un profesional es el alto nivel de insatisfacción que les generan los diferentes conflictos que presenta su relación, entre otros, problemas en el manejo de la vida cotidiana, dificultades en la comunicación, incapacidad para tomar decisiones, infidelidad, problemas en la relación sexual….
Actualmente la psicología atiende la demanda de los problemas de la pareja con unos resultados altamente satisfactorios.





Así que si te encuentras en un momento difícil estamos para servirte:

jueves, 2 de febrero de 2012

La "opción" Sexual


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Es muy común que algunas personas se refieran a la homosexualidad como una “elección”, “preferencia” u “opción sexual”. Sin embargo, cualquier persona —sea gay, hétero o bisexual— sabe que no lo eligió: no hubo un momento de la vida en el que, frente a dos caminos posibles, “decidió” que le gusten las mujeres o los varones, luego de pensarlo mucho, consultarlo con el horóscopo o con los amigos, buscar información en Google, probar un poco de cada cosa a ver qué onda, tirar la moneda o hacer ta-te-tí.

(Seas gay o hétero, preguntate: ¿cuándo lo “decidiste”?, ¿podrías haber sido lo contrario? Si te gustan las mujeres, ¿podrías “decidir” que a partir de mañana te gusten los hombres? Si te gustan los hombres, ¿podrías “decidir” que a partir de mañana te gusten las mujeres? ¿Podrías en algún momento haber “optado” por ser lo contrario de lo que sos? ¿Te imaginás, siquiera, siendo diferente? ¿No lo supiste, más o menos conscientemente, desde chico?).

Lo curioso es que nadie habla de la heterosexualidad como una “opción”. Nadie se pregunta cuál es la “causa” de la heterosexualidad. Los negros son “personas de color”, los blancos son transparentes. Y los héteros son los blancos de la sexualidad.

Unos y otros somos educados desde niños para ser heterosexuales y todos los moldes que nos enseñan, en casa o en la escuela, vienen en formato chico + chica. Por eso, lo que sí nos pasa a gays y lesbianas es que en algún momento nos damos cuenta de que no encajamos en esos moldes. No elegimos, descubrimos. Los heterosexuales no necesitan darse cuenta ni descubrir nada, porque desde chicos les dijeron y enseñaron que, si son varones, algún día empezarán a sentirse atraídos por las mujeres y, si son mujeres, por los varones, y eso es lo que efectivamente les pasa. Así que siguen adelante y listo. Pero a nosotros nos dijeron lo mismo y en algún momento nos damos cuenta de que era mentira: lo que sentimos es diferente de lo que nos habían dicho que íbamos a sentir. No podemos simplemente seguir adelante, tenemos que ver qué hacemos con eso que “nos pasa”. Los heterosexuales no sienten que “les pase” nada.

Al empezar a percibir que nuestros sentimientos contradicen las expectativas de los otros, no todos reaccionamos igual. Algunas personas “asumen” su orientación homosexual desde niños o en la adolescencia y otras, en cambio, lo hacen más adelante, inclusive siendo ya muy grandes. Marguerite Yourcener escribió (en 1929) un hermoso libro titulado Alexis o el tratado del inútil combate, que habla de un hombre que intentó ser lo que no era, hasta que finalmente acepta que no podía y le escribe una carta a su esposa explicándole por qué la deja. Por suerte, a medida que los prejuicios van envejeciendo y muriendo, esos casos son cada vez menos frecuentes.

Sea a la edad que sea, luego de haber asumido su sexualidad, la mayoría de los gays comienza a recordar cosas que les confirman que, en el fondo, siempre lo supieron. Empiezan a darse cuenta de cómo les gustaba ese chico de la primaria y entienden por qué se pusieron celosos cuando su amigo de la secundaria se puso de novio, o por qué les interesaban tan poco las mujeres cuando todos sus amigos no hablaban de otra cosa. Al mandar la homosexualidad al horario de protección al menor, nuestra sociedad condena a los niños, niñas y adolescentes gays y lesbianas a saltearse una etapa de sus vidas y los priva de experiencias que los demás chicos viven naturalmente durante su crecimiento.

Sí, naturalmente. Cuando un chico que está en quinto grado llega a casa y cuenta que tiene novia, lo felicitan. Algunos tienen novia ya en el jardín de infantes. Claro que “tener novia” a esa edad no significa lo mismo que “tener novia” a los quince, o a los treinta, pero aun aquellos primeros “noviazgos” son importantes para madurar. La sexualidad está presente desde siempre en nuestras vidas, pero va atravesando distintas etapas hasta su fase adulta. La sexualidad de los gays y las lesbianas debería poder desarrollarse de la misma manera, atravesando las mismas experiencias a las mismas edades.

No se elige ser gay o lesbiana, del mismo modo que no se elige ser heterosexual, y tampoco se puede cambiar. Ni hace falta: ser gay es tan normal y natural como ser heterosexual, del mismo modo que ser blanco o negro, tener ojos negros, verdes o celestes o ser diestro o zurdo. Aunque, hasta hace no mucho tiempo, a los zurdos los castigaban desde chicos y los obligaban a escribir con la mano derecha.

Cuando acabemos con los prejuicios que existen sobre las sexualidades “diferentes” (que, en definitiva, son tan diferentes como la heterosexualidad es diferente de las otras orientaciones sexuales), probablemente gays y lesbianas comiencen a vivir su sexualidad a la misma edad y de la misma manera que los héteros, sin que eso sea un tema, sin que nadie piense que hay que elegir y que una “elección” es mejor que otra. La idea de “asumirse” o “salir del armario” será entonces un anacronismo.

Del mismo modo que ahora los zurdos aprenden, desde chicos, a escribir con la mano izquierda, y a ningún padre o maestro le parece que eso no sea normal.

Fuente: Bruno Bimbi